jueves, 31 de enero de 2013

La Expedición de Rafael Amargo

 
Siento el juego fácil y desinflado de palabras pero Rafael, en el concurso Expedición Imposible, hace honor a su apellido y se luce cual el protagonista más amargo de la citada gincana marroquí. Y es que el bailaor y coreógrafo lo pone a huevo, vamos. Escribo amargo como podría escribir –y lo hago– rencoroso. Incluso los rifirrafes entre las parejas formadas por Raquel Mosquera/Leticia Sabater y las hermanas Abradelo (Rommy/María), las pataletas y las pullitas tenían su punto, su gracia, su lógica sabiendo del carácter de la Leti, del rollo superación de la viuda de Pedro Carrasco y del “yo a mi rollo” cachondo y desenfadado de las Abradelo. Sin embargo, Amargo, como ya ha demostrado en sus numerosas salidas de tono en otros espacios, pronto destapó su verdadera cara frente a la audiencia.
 
Recapitulemos para comprender el comentario anterior. Rafael y su comadre de vicisitudes en el concurso, la que hoy es su ex mujer, Yolanda Jiménez, se estrena en el programa una vez que el resto de sus compañeros se han metido en las canillas un pedazo de etapa que parece sacada de la Iron Man. Tras tamaño tute, hasta los participantes indestructibles –sí, me refiero a la torera Cristina y a su esposo Alejandro, que parecen sacados de los Navy Seals– ponen, y con razón, cara de malas pulgas al ver que unos nuevos contendientes entran frescos al duelo. Raquel Sánchez-Silva ya avisa: que nadie se preocupe, en la próxima jornada a Rafael y Yolanda se les penalizará haciéndoles recorrer un buen trecho de kilómetros a pie, mientras el resto se dividirá en todoterrenos o en una desvencijada camioneta. Parece lo más justo, y con la euforia del estreno, Amargo dice aceptar lo que le echen.
 
 
A la mañana siguiente la cosa cambia, sobre todo cuando comentan al resto del equipo participante que si sus componentes quieren, sólo si se lo pide el cuerpo o la conciencia, podrán recoger en sus vehículos a Amargo y Jiménez una vez se los encuentren por el camino –ya que a ellos se les ha dado un plazo de ventaja para que tiren millas–. Como es lógico, la respuestas generales van de un “naranjas de la china” a un “nanai”; la mar de comprensible, más todavía si tenemos en cuenta que aquella primera etapa era por dunas, desierto, sendas totalmente desangeladas y muertas, mientras que a los dos nuevos ahora les toca caminar por una carreterita la mar de maja. Pues bien, al bailaor la cosa parece olerle a cuerno quemado; ni buena onda ni pepinillos en vinagre, ya que su cara torna en una mala leche de cuidado. Posteriormente, cuando se entera de que sus compañeros, así, en general –a excepción de unos pocos, entre los que están los que finalmente rescataron a estos ex, David y Daniel, los Das–, decidieron no hacer de samaritanos bondadosos y, como no, de tontos –que esto es un concurso, que aquí se compite para ganarse unos a otros, no lo olvidemos; para amistades estivales ya teníamos Verano Azul–, el Amargo monta en cólera y carga contra las primeras que se le ponen por delante: las Abradelo. Comienza así un vía crucis de mala baba y peor café, del putear por putear.
 
Desde ahí hasta el final del espacio de ayer, Rafael suelta la lengua dándoselas de auténtico deportista al que ya no le importa el dinero de la victoria, pues su meta ahora es demostrarles a todos los reunidos en Expedición Imposible –y las primeras, a las hermanas Rommy y María– que él puede esforzarse como el que más, que puede cubrir a pie la más dura etapa que le echen... Y todo ello lo afirma indignado mientras va descansando en un 4x4 de la organización pues, al ganar sin merecérselo el puesto premium de la jornada, en lugar de elegir enfrentarse entre la arena, el polvo y las piedras al resto de camaradas de aventura, decidió que se estaba mucho mejor recostado en unos mullidos asientos con cuatro ruedas. ¡Acabáramos! Amargo, majo, que se te tiene muy calado.
 
por Sergio Guillén

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